Mi terapia, el mar



Por Marcos Brugiati
Para plastica-argentina
Vende miel en las ramblas de Mar del Plata. Mientras tanto pinta el mar.Rosita tiene 63 años, hace 30 pinta el mar mientras vende miel a los turistas y residentes de La Feliz. Cerca de la playa Varese por detrás del Torreón del Monje está sentada cerca de su mini empresa mirando hacia el horizonte. En esta época del año no espera muchos turistas pero la excusa es pintar un poco de agua todos los días.

“El mar siempre fue mi psicólogo, es mi terapia. Hace 30 años que lo miro de otra forma, lo escucho y conozco todos sus secretos” explica Rosa.

Pinta con acrílicos, a veces con óleo o acuarela. Sus soportes tela y
papel. Enfoca en la violencia del mar, sus obras relatan sectores del
protagonista con verdes, azules y sutil el naranja sol que contrasta
desde el fondo. Utiliza poca materia y exalta la blanca espuma por
doquier.

No tuvo hijos, su esposo murió hace dos años. Vivieron toda su vida
cerca de Punta Mogotes. Hoy cobra la jubilación de él y sus amigos
son los vendedores que llegan en la temporada.

“Siempre me gustó pintar, vender miel es una excusa, puedo olvidarme
los frascos pero los pinceles y los acrílicos, jamás”.

Nunca expuso ni vende sus obras. Las obras son de ella y para ella,
se las muestra a quien quiere. De chica le gustaba pintar y dibujar,
no tiene admiradores ni es fan de los héroes de la pintura, su modelo
vivo el flujo del mar.

“No tengo héroes de la pintura, no leo mucho sobre eso, yo pinto
para mí, no me gusta mostrar, no vendo lo que hago. Cuando voy al
cementerio dejo flores y alguna de mis obras”

Está todos los días sentada pintando y vendiendo sus frascos de miel
a 5 pesos. Reconoce a veces sentirse sola, siempre quiso tener un
hijo, y extraña a Carlos su marido quien la acompañó desde los 20.

Es el mar ahora su compañero más fiel.