Pinta con los pies. Sus manos inmóviles, miran.

Por Marcos Brugiati
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Después de caminar un largo rato por Florida y Lavalle -Microcentro- me encontré con Adrián Hernández, un artista de 26 años que pinta con los pies.


Mientras lo miraba sorprendido, me acerqué y accedió a hablar. Tiene 26 años y vive solo en un departamento en Capital Federal. Hace más de 4 años que es dueño de un pequeño espacio en la peatonal de Florida. Allí desparrama pinceles, acrílicos y retazos de madera. Sus cuadros hablan sobre la cultura porteña -imágenes de la Boca, Caminito y el Tango-.


Una caja de madera vistosa se encuentra sobre el suelo, allí espera una colaboración.


“No me siento discapacitado. Nací sin manos y ellas fueron mis pies desde siempre”. Explica Adrián que no contesta con despecho pero piensa cada respuesta con algo de timidez y vergüenza. Vivió muchos años de su vida en Luján con su familia. Cuando nació, los doctores informaron sobre su discapacidad. Su padre falleció y su mamá y hermanos viven en Mercedes.


“A los 13 años me gustaba dibujar y pintar, Luis Nápoli más adelante me enseñó profesionalmente cuando vivía en Lujan”.


Un día cualquiera se instaló en las calles de Florida y armó su pequeño stand, “los artistas callejeros algo sorprendidos me miraban y un policía se acercó, me miró y me dijo, qué hacés, y yo le contesté pinto con los pies jefe, y él me dijo te felicito, y se fue”.


El gobierno le da $200 por mes de pensión y “la gente de Macri quiere limpiar Buenos Aires”.


El artista no tiene francos. Trabaja desde temprano para los extranjeros y los vecinos porteños. Vende pocas obras, y espera una colaboración para comprar las pinturas, pagar el alquiler y comer. Sus amigos son los magos, los hippies, el cafetero y otros vendedores. “Toda la gente de acá me ayuda, son mis amigos. A veces el cafetero se acerca y me invita un cortado y hablamos de la vida”.


En el ’98 ganó la medalla de oro en los Torneos Juveniles Bonaerenses y en el ’99 fue elegido como representante de 700 chicos para darle una medalla de los Torneos al Papa Juan Pablo II, en Milán.


Utiliza mucha perspectiva, a veces jerárquica. Maneja colores secundarios que desatura con mucho blanco y negro. Sus soportes son de madera preparada con látex blanco y pinta con pinceles finos.


Trabaja de Lunes a Lunes, desde la mañana, todo el día. Su parada te espera en Florida entre Corrientes y Lavalle. No tiene mail ni página web.
Después de 26 años de vida, Adrián Hernández se acostumbró a vivir sin sus manos, ellas se encuentran inmóviles y su cuerpo acostumbrado las fue reemplazando. No se puede bañar ni vestirse. Una señora lo ayuda a limpiar su vivienda y a higienizarlo.


Adrián es una persona normal.


¿Alguna vez pensaste en desaparecer?


“Cuando me miro, o las cosas salen mal, me quiero tirar bajo un tren. Pero después lo pienso y la muerte es en lo último que quiero pensar” concluye.-