Nina Pelozo: Alma Piquetera

Por Marcos Brugiati
Para Universo Ágora

Vivió en el campo rodeada de vacas y zanahorias. Labró la tierra desde los 7, junto con sus padres y 15 hermanos. Su primer Piquete: a una fábrica en donde trabajó 16 años. Hoy se postula para las próximas elecciones como Vicepresidente y Candidata a Gobernadora. Define al Gobierno como a una dictadura encubierta. Lloró dos veces en su vida. Es Fan de Antonio Grimau, y sus padres la llamaron Saturnina por el calendario.

Nació hace 48 años. Vivió hasta los 17 en Paso Naranja, un campo a 200 KM de Bella Vista -Corrientes-. Hoy vive en el Partido de Lomas de Zamora y tiene 2 hijos Adolescentes. Hace 4 años terminó el secundario, y le faltan pocos meses para recibirse como Profesora de Biología con Orientación en C. Naturales. Se levanta todos los días a las 5: 30 AM.

Su máxima oposición: El gobierno Kichnerista.

“Porque el gobierno K es como vivir en una dictadura encubierta. Digo esto por el autoritarismo con que se vive y la soberbia de todo el gobierno. Ellos nos despojan del país, ellos viven otra realidad que no es la del pueblo, y si denunciamos esto nos reprimen física y moralmente, o nos hacen callar con ofertas. Siempre tuvimos ofertas del gobierno (casas, dinero, autos) para que nos callemos por ejemplo de las necesidades de nuestro barrio. Para que nos quedemos anestesiados.

¿Te postulás para las próximas elecciones?

-Sí. Me postulo para las elecciones de octubre 2011 con la fórmula Raúl Castells presidente y Nina Pelozo Vicepresidente, también para candidata a gobernadora.

¿Y qué propone la fórmula?

-Una democracia genuina. Así crecerá el país. Propongo un sistema socialista donde participe activamente el pueblo.

¿No sentís la necesidad de profesionalizarte, o estudiar política antes de conducir todo un país?

-No. Porque no se estudia política; la política está en la calle.

¿Estás a favor de la ley de medios?

-No. Porque es una realidad que no existe. Porque ellos van a decidir los programas que van a estar y los que no. Es imposible vivir con un gobierno tan egocéntrico y autoritario. Cristina no ganó legítimamente, fue todo arreglado. Ella es el títere de él.

¿Contra quiénes luchaste por más de 15 años?

-Contra el sistema y la explotación del hombre por el hombre. Acá en Buenos Aires se cocina todo y se roba el sacrificio de los campos del interior. Si en el sistema no servís más te excluyen. La única forma de plantarse es hacer piquetes, plantarse ante la injusticia. Cuando estuve en el “Bailando por un sueño” la gente entendió un poco más nuestra lucha. Paro muchos aún piensan que los piqueteros solo cortamos calles y que somos vagos que no trabajan.

Me esperaba un jueves a las 10 AM en una de las sedes del Movimiento -Avenida Colón y San Juan, Capital Federal-. Predio que ofrece una cancha de fútbol, un pequeño bar y miles de fotos de Raúl con su imagen por todas partes. Nina estaba sentada leyendo la revista “Hecho”, de fondo el noticiero. Fresca, simple, cordial y algo nerviosa. Pelo suelto, anteojos, y un collar negro combinando un par de botas del mismo color. Tomó dos mates y fumó tres cigarrillos. “Tomate un mate, ah no espera que caliento la pava y de paso cambio la yerba. ¿Qué me vas a preguntar?”.

Cuando tenía 7, su primer trabajo fue labrar la tierra. Vivía rodeada de vacas, zanahorias y el rocío de la mañana. Su papá Valentín Pelozo, su mamá Tomasa Maciel, y 15 hermanos -nueve mujeres y seis varones-. Sus padres eran analfabetos, pero Nina afirma que ellos les enseñaron el trabajo duro, la dignidad y la educación. “Éramos muy pobres, pero teníamos para comer”.

Dividían el mes en dos. 15 días trabajaban y los otros 15 iban a la escuela. Así Pelozo terminó la primaria. Lloró dos veces en su vida: una de ellas, cuando su papá murió hace cuatro meses.

“Nuestro trabajo en el campo empezaba a las 4 de la mañana. Con el rocío nos mojábamos todos. Cosechábamos, rastrillábamos, y seleccionábamos para luego embolsar y vender al pueblo ´Salada’ (a varios KM de Paso Naranja). Porque vivíamos de la siembra –de las frutas como el mamón, mango, guayaba. Y de las ovejas, gallinas y patos-. Al mediodía almorzábamos y después volvíamos a trabajar, hasta las 18:30”.

No conocían la manzana porque se sembraba lejos de su pueblo y salía muy cara. Un día su mamá vino del pueblo y trajo como sorpresa una enorme manzana verde, “nunca estuvimos tan felices, saltábamos y reíamos. La manzana tenía una aroma riquísima. Mi mamá la cortó en 15 pequeños gajos y recuerdo ese día todos los días”.

“Allá en el campo dormíamos todos juntos en un cuarto. Después mi papá me hizo una cama con cuero de caballo. No teníamos tiempo para jugar, a veces nos divertíamos con los carneritos, o fabricábamos muñecas y pelotas de trapo. Nos conformábamos con lo que había, éramos muy pobres, pero teníamos para comer”.

A los 17 decidió venir para Buenos Aires aprovechando que vivían unos tíos en Lomas de Zamora. Armó un bolso pequeño y viajó con sus abuelos. Los hermanos le decían que no se iba a animar, pero Nina despidió a todos y se fue. “Me hizo un click en la cabeza. Pensaba, cómo es posible trabajar todo un año para que mi ganancia fueran un par de alpargatas, dónde está el esfuerzo. Entonces dije, ¡yo me voy para la ciudad!”. Llegó a Buenos Aires en el ’78. Trabajó en un Frigorífico hasta los 20 y la mitad del sueldo lo enviaba para su familia en Corrientes. En Buenos Aires probó por primera vez la manteca.

“Cuando llegué a la ciudad temblaba como un animal. La gente corría y yo tenía miedo. Viví en la casa de mis tíos quienes me prohibían hablar de los “desaparecidos” o del tema oscuro de la dictadura. Trabajé hasta los 20 en un frigorífico -embolsaba carne y la colocaba en las cámaras de frío-. Tardé años en hablar con mis compañeras, estaba como muda y me sentía discriminada porque me decían la cabecita negra o la provinciana. Un día una compañera me dijo, ¡vení a drogarte, dale!, averigüé que significaba esa palabra y me aislé”. Cuando renunció del Frigorífico, trabajó 16 años en la fábrica Minifusor, en Remedios de Escalada, que producía boquillas para cigarros, luego lavarropas italianos, entre otras cosas. Allí trabajaban 55 mujeres, entre ellas Nina, que llegaba todos los días a las 6:30 y se iba a las 16. No usaba despertador, ni se enfermaba. En esos años conoció las vacaciones y un aguinaldo. Se enamoró, tuvo dos hijos –Ivana y David- y se separó.

“Y un día me despidieron y me dijeron, ´Nina no tenés más lugar acá’. Estaba indignada, pensaba que regalé 16 años de mi vida a ésta gente para nada. Llegué a mi casa y le conté a mi hermana que estaba de visita. Ella le contó a Castells y él vino a hablarme. Me dijo que vaya al día siguiente a trabajar como todos los días, e insistirles a mis patrones que la fábrica tenía que indemnizarme por todos los años trabajados. Fui, me quisieron sacar a la fuerza, pero no pudieron. Me encerré en una de las oficinas y gritaba que me paguen lo que debían o no me iba. Estuve adentro de la fábrica varias horas, y afuera estaba Raúl con un megáfono repudiando. Estaban todos nerviosos. Detrás de la puerta donde me encerré con llave una voz dijo, ‘Nina te esperamos en la oficina, tu cheque está preparado’. Salió todo bien, me pagaron todo lo que me merecía”. Éste su primer piquete.


¿Y cómo conociste a Raúl?

-Vivía cerca de mi casa. Yo pasaba todos los días muy temprano por su almacén. Lo veía sentado esperando a sus proveedores. Siempre tomando café. Lo veía muy inteligente y trabajador.

Después de un tiempo se enamoraron y conformaron junto con otros compañeros: Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados. Una organización que a través del tiempo construyó un espacio para la educación y obtención de derechos a favor de los que menos tienen. En el movimiento participan personas de toda edad, quienes reciben libros, comida, ropa y educación. Todos juntos marchan y repudian cuando es necesario.

La pareja piquetera no tuvo hijos propios. Muchos integrantes del movimiento afirman que Nina y Raúl siguen siendo los cabecillas del grupo, aunque están separados hace años, ella viviendo en Buenos aires y él en Chaco.

“Me hace feliz la vida simple. ¡Eso me hace feliz! A veces creo en algo omnipotente, pero no sé si es Dios, pero lo que sí sé, es que siempre me preparo para lo peor”.

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* Especial para Universo Ágora A.C.