Protesta y transgresión. Street Art



Por Marcos Brugiati
Para Universo Ágora

Lo vemos todos los días en la calle. Frente a la Casa Rosada, en el subte o en los trenes. Quizás la rutina o los uniformes de la ciudad esconden un poco este fenómeno colectivo. Transgresor y espontáneo. Casi veloz el movimiento que eligieron muchos jóvenes por una necesidad de protesta. Una forma de denuncia política, social, y cultural.

Algunos lo llaman Arte callejero. Otros, vandalismo de vagos y destructores. Lo cierto es que está impuesto desde los ’60 y a través del tiempo esta forma de expresión se ha multiplicado. El espacio de manifestación, la calle. Los soportes, Las paredes de la ciudad. Sus dibujos, frases y firmas se encuentra al aire libre, cerca deCongreso, en Puerto Madero, La Plata y en tu barrio. Las pintadas están visibles por todos: el oficinista, el vendedor ambulante y por Cristina, Macri y la Policía.

La mayoría utiliza aerosol, otros pinceles. Recurren al esténcil o al graffiti. Parece que su condición es pintar lo más grande y vistoso que se pueda. Los colores que utilizan son llamativos y vivos -rojo, amarillo, azul-. Estas imágenes acompañadas por frases y palabras en código despiertan el interés del espectador urbano por su tamaño y color. Algunas son verdaderas obras de arte.

“Es la única forma de expresar lo que siento. Espero que así me escuchen los de arriba que no hacen nada y nos dejan morir de hambre”.

Emanuel m, es el sello que utiliza después de escribir en la ciudad porteña. Tiene 22 años, vive en La Matanza, estudia Psicología y es fan del hip-hop. Utiliza el Arte Callejero como denuncia y protesta.

“Tengo más de 51 sprays de todos los colores. Me gusta mucho dibujar y mezclar el dibujo con frases de doble sentido, otras muy explícitas como, ¡no nos roben más el pan de todos los días!”. Su mamá tiene miedo, su papá también pero lo apoya y le indica algunos sitios abandonados. Su primera pintada fue a los 15 en un vagón de tren. “Era la 1 de la mañana y estaba con tres amigos. Pintamos el vagón abandonado de un tren en Escalada. Escribimos nuestros nombres graffiteros y mi amigo dibujó una mujer llena de sangre sosteniendo el símbolo Nazi”. A los 17 su papá pagó a un policía 200 pesos para sacarlo de la cárcel tras ser detenido por pintar cerca de la Casa Rosada.

“Sé que hay algunos lugares que te enseñan sobre Arte Callejero pero nunca tuve el tiempo para anotarme. Leí mucho sobre el tema y considero a esto arte porque tengo conciencia del uso de los colores, y además puedo sacar todo lo que siento para afuera. En esto se gasta mucho dinero y esfuerzo”. Un día la vecina lo agarró de los pelos por pintar el frente de su casa.

“Mi obra es anónima, como la de muchos otros artistas que no develan su identidad. No hace falta poner mi nombre verdadero, lo que está a la vista lo pensamos todos y es la realidad de como vivimos, hay mucha violencia, hambre, y desocupación. Y el gobierno nos roba”.

Todo empezó con Taki 183 la firma de Demetrius, un joven griego que trabajaba como mensajero en Nueva York en los ‘60. Cuando repartía sus cartas y paquetes pintaba su firma por todos lados. Esta huella fue la copia de miles Newyorkers influenciados por el rap y el hip-hop. Sus objetivos: firmar en la mayor cantidad de lugares para garantizar su fama y status según el grado de peligrosidad del sitio pintado. Ya en el ’68 en Francia se realizaban estas pintadas pero no como simples firmas, sino como manifestación de muchos jóvenes en contra de la velocidad de la Telecomunicación y el Capitalismo. Juntos con aerosol en mano firmaban las paredes: “¡viva la comunicación! ¡Abajo la telecomunicación!”, “El arte ha muerto. Liberemos nuestra vida cotidiana”, “En otros tiempos, sólo teníamos adormideras. Hoy las calles”. En Argentina se transcribió “Tucumán Arde” por toda la ciudad para generar conciencia por los despidos a trabajadores y por la prensa oficialista producida por el Gobierno Militar. Más adelante con la vuelta de la democracia aparecían en Plaza de Mayo siluetas pintadas de los detenidos-desaparecidos.

A lo largo del tiempo pasaron de ser graffitis chatos, a imágenes voluptuosas de colores espectaculares y vistosos; siempre la función fue y es la misma: Protesta y denuncia por la disconformidad de la injustica.

¿Si harían un graffiti en la fachada de tu casa recién pintada, cómo reaccionarías?

La verdad es que cuando era chico no era consciente de eso, pero hoy lo pienso dos veces y trato de pintar en lugares abandonados. Algunos colegas preguntan antes de hacerlo, pero nadie le dijo que sí, nunca.

¿Por qué no develar tu identidad, a qué le tenés miedo?

A que me lleven preso. Mi papá tuvo que sobornar a un policía bonaerense cuando me agarraron cerca de la Casa Rosada. Además no lo hago para ser conocido, sino para sacar de adentro lo que siento. El país está para atrás y todos lo sabemos, nos pagan dos pesos y aumentan las cosas el triple. Es imposible vivir así.

Vandalismo de vagos y destructores opinan otros. José Carlos escribe en una página -Denuncia Social- en contra de las pintadas. Opina entre otras cosas, lo siguiente:

“Me llamo José Carlos y escribo estas líneas porque ya no me puedo callar ante la aberración que a diario observo por las calles de mi ciudad y del resto de España. Con rotuladores o sprays ensucian deliberadamente la arquitectura de nuestras calles y el mobiliario urbano que pagamos todos con nuestros impuestos. No es ningún arte, es simplemente un desorden mental que padecen algunos emulando las antiguas costumbres tribales o la territorialidad que exhíben los perros pero con mucho peor gusto”. http://www.denuncia-social.com/anti-graffitis/

En algunas partes del mundo autoridades gastaron más de $300.000 en la limpieza de fachadas, parques y transportes. La pena al graffitero es similar a la del robo simple. Algunos especialistas confirman que cuando se pinta, el vapor de las latas entra en los pulmones a través de la nariz y la boca y esas toxinas de la pintura son absorbidas por la piel, lo que podría generar infecciones. Muy pocos utilizan máscaras para cubrir su rostro.

¿Qué es lo que te impulsa salir a pintar, la rabia, la impotencia?

La rabia, la impotencia. Lo único que tengo es pintar en las paredes. Me da bronca que Cristina halla negociado por el inútil tren bala, que viaje por todo el mundo en busca de beneficios K, cuando tendría que haber hablado por cadena nacional del hambre, la inseguridad, y sobre todo de la Policía y sus trabajos oscuros como uno de los últimos: Los Pomar.

* Especial para Universo Ágora A.C.