Ollas, sartenes y calderos. Cuba



Por Marcos Brugiati
Para Cañasanta

Cuando tenía 10 la mejor academia de Artes Plásticas de Cuba le propuso profesionalizarlo, pero su madre lo impidió. En su primer año de Facultad Joel Jovert vio sus obras y le ofreció exponer en la mejor galería de la ciudad. Hoy vive en Praga y es famoso por pintar ollas, sartenes y calderos como símbolo del hambre cubano.

Vivió en Cuba donde nació hace 31 años. Se llama Renier Rodriguez Mendez y se crió en el taller de su padre entre pinturas, barro y cerámicas.

Une el realismo con ideas surrealistas o atmosferas raras. Su trabajo por capas y al óleo tiene una historia y no es casualidad que entre sus paisajes aparezcan recipientes típicos cubanos como símbolo de las carencias alimenticias, o para engrandecer la representación del problema económico en Cuba.

“Pinto los calderos cubanos primero porque son únicos. Segundo porque en Cuba hay carencias alimenticias, hambre. Solo que no digo esto directamente a un crítico, porque comienzan a utilizar las lecturas de mi obra por caminos más políticos y menos artísticos y ese no es mi objetivo”

Sus pinturas son verdaderas obras de arte, utiliza diferentes soportes: Telas, lienzos, linos. Su trabajo graso sobre magro, -por capas, casi siempre más de dos- entremezcla paisajes, ollas, palmeras y a Cuba. “uso los calderos también porque quiero utilizar otro símbolo que no sea tan comercial o gastado como la Palma Real Cubana. Quiero mostrar que en mi país se está aferrado y se lucha contra lo increíble”.

Vivió parte de su vida en Morón, un Municipio al norte de la provincia de Ciego de Ávila, Cuba. Se crió viendo a Rafael Rodríguez Rosales -su papá- trabajando con cerámica, pinturas y esculturas de madera.
“Cuando pequeñito mi papá ponía una bola de barro en mis manos para que yo no le molestara mientras trabajaba. Al final de cada día él terminaba su jornada formando una figura con mi bolita de barro la cual me dejaba como tarea, pues yo debía reproducirlo al día siguiente. Realizaba peces de cerámica y otras cosas que luego mi papá cocía”

Cuando Renier tenía 10, Lorenzo Linares Duque -director de la Academia de Artes Plásticas Vicentina de la Torre, ubicada en la ciudad de Camagüey- vio los peces de cerámica y le ofreció estudiar en su academia. “No fui porque mi mamá me lo impidió, yo sí quería pero con 10 años no era mayor de edad y tenía que hacer lo que ella lógicamente quería”

Todos los días quería ser pintor. Pintaba camisetas, garabatos o jugaba al béisbol, y rellenaba de color los comics que le traía su papá.

Ingresó a la universidad ISP José Martí. En su primer año de facultad con dos cuadros en mano tocó la puerta de Joel Jovert -uno de los artistas más famosos de Camagüey- “no sé si le gustó mi obra realmente, pero me ofreció exponer en mi primer año de carrera en la mejor Galería de la ciudad, –La Oveja Negra- allí expuse los dos cuadros que llevé a su casa y otros ocho. Obras de temática surrealista-abstracta”. Disconforme con sus estudios prácticos, abandonó la Universidad en el tercer año, para estudiar “arte” con el prestigioso artista René de la Torre Aguilar, “allí aprendí a madurar el oficio, también visité el taller de Lorenzo, artista que me ofreció a los 10 estudiar en su Academia”

Expuso desde el ’99 en las importantes galerías de Cuba, también en una muestra colectiva en Austria. Después de estudiar dos años con sus maestros, -graduados en Kiev, Ucrania- regresó a su ciudad natal y a los 27 presentó su CV a UNEAC, - Unión Nacional de escritores y Artistas de cuba- lo aceptaron y se convirtió en uno de los miembros más jóvenes del país con posibilidad de exponer sus obras en el exterior. En noviembre del 2007 sus obras llegaron a Valencia, “allí me enamoré de una chica de Republica Checa, me casé y me trasladé a Praga donde vivo y donde estoy preparando una muestra para Julio”

“Siento atracción sobre los pintores hiperrealistas pero con el mucho cuidado de no caer en la simple representación sin discurso”.-
Más info/ obras del artista ::: Renier Rodriguez