La virgen de las prostitutas

Para plástica-Argentina

“Me llamo Mely y tengo 48. Hace 6 años que soy prostituta. Cuando viene un cliente le pido a la Virgen de las prostitutas que me proteja. Todas creemos en ella. Yo la tapo detrás de un mueble cerca de la cama, le prendo velas, un cigarrillo y le sirvo una copa de Sidra. Esto nunca lo planee, las cosas se fueron dando así”.


Mely es su nombre “artístico”. Trabaja con una amiga en un departamento de San Telmo. Estaba vestida con una remera negra escotada y cubrían sus piernas una toalla porque su pantalón estaba mojado. Tomamos agua y el teléfono color rosa nos interrumpía a cada rato.


Departamento de un ambiente, cama de dos plazas, ventilador de pie a toda máquina, y detrás de un mueble: una virgen protectora de prostitutas.

¿Cómo es esto de la virgen de las prostitutas?

-En realidad hay muchas, como 7. Nosotras tenemos en nuestro lugar a Pombagira reina María Padilha. Creemos en ella y le pedimos protección cada vez que nos visita un cliente.

La virgen mide unos 30 cm. Tiene pelo negro y un vestido rojo escotado. Es alta, flaca, sensual y morena. Mely y su compañera la guardan en un mueble cubierto por una tapa de madera. A cambio de su protección le prenden un cigarrillo todos los días, le dan algunos colgantes de oro, y otros atributos como atención por sus cuidados. “Hay muchos mitos, muchos dichos y muchas mentiras. Cada prostituta compensa a la virgen como puede y con lo que tiene. Por ejemplo, como a ella le gusta fumar, le compramos cigarrillos rubios y se los prendemos una vez por día. También le servimos copas de licor, sidra o champán. Si el cliente nos trae bombones, flores,

collares de oro u otros regalos, éstos son destinados para la virgen”.


Vive en Buenos Aires, nació hace 48 años. Estuvo casada desde los 18 por más de 23 años pero un día se separó porque la relación era insostenible. Tuvieron 4 hijos. Se fue a Bahía Blanca para hacer el duelo de su separación. No tenía nada porque el marido era el que manejaba los negocios. Después de su viaje volvió a Buenos Aires y estaba desesperada, eran las 11 de la noche y tenía dos valijas. Decidió llamar a una Psicóloga amiga que vivía en San Telmo y se fue a su casa. Se quedaron hablando hasta las 9 de la mañana. La psicóloga le ofreció un departamento para que viviera sin pagar nada, solo las expensas.

“No lo podía creer, éstos son amigos. Y bueno ya en mi nueva casa tenía que empezar de cero. Fui a miles de entrevistas. Una tarde encontré en el diario ‘recepcionista para privados’ y fui al otro día a ver de qué se trataba y casi me muero. Cuando me tomaron la prueba me decían que buscaban gente más atrevida, no tan formal. Le conté mi experiencia a una amiga y me dijo ¡tenés que hablar más Hot, no como una docente!”.

Una semana más tarde trabajaba como recepcionista para privados en Barrio Norte y en Belgrano. “Tenía que hablar en primera persona y describir a las chicas y sus aranceles. Lo hice 5 meses. Subí las ventas y me iba muy bien, pero era un horror la vida que llevaban mis compañeras, estaban sin dormir, con ojeras, no comían y había zapatos, ropa y cigarrillos por todas partes. Decidí renunciar y alquilar otro departamento, me llevé a tres compañeras que trabajaban allí y armé nuestra propia clientela. Yo solo hablaba por teléfono y vendía a mis compañeras, pero un día un joven me pidió que lo atienda directamente y me animé. Después de tener sexo con él, me pagó, se fue y me puse a llorar”.

Mely Tiene 4 hijos y 4 nietos. Ellos no saben nada, solo saben que trabaja como ayudante en una portería de Capital Federal y a veces la acompañan hasta la puerta del edificio.

“Trabajamos solas, sin jefes, ni managers. Estamos inscriptas en una página Hot, donde los hombres miran nuestras fotos y si le gustamos nos llaman. Nunca se sabe quién te va a tocar. La mayoría son oficinistas, muchos casados y otros de tercera edad. Nos protegemos solas y con la ayuda de nuestra virgen amada. Tenemos que agradecer que nunca nos pasó nada, que no tomamos frío por las noches, ni que nos manejan por dos pesos como a las chicas de Constitución”.

De chica vivía con su mama, su padrastro y 7 hermanos en una casa de José Mármol. Estudió el primario y el secundario en una Escuela de Monjas. “Yo crié a mis hermanos, me gustaba mucho estar con los más chicos, enseñarles a vestirse y ayudarlos a decir sus primeras palabras. Yo era como su niñera porque mi mamá trabajaba todo el día”. De grande le daba vergüenza ponerse minifaldas y pintarse. Su sueño era ser pediatra porque amaba a los chicos.

“Cuando era chica vivíamos con mi Padrastro. Él me empezó a tocar cuando tenía 7 años. Yo le decía a mi mamá llorando, ¡Miguel me manosea, ayudame! pero ella no me creía y me pegaba por las locuras que decía. Un día junté fuerzas agarré una silla y se la partí por la cabeza y le dije, ¡No me vas a tocar nunca más! ese día todo cambió, mi mamá por fin me creyó y ese calvario terminó cuanto tenía 14”. Ese día echaron a su padrastro de la casa y no lo volvió a ver. Hace unos días se enteró que murió a los 45 por Cirrosis.

¿A qué le tenés miedo?

-Le tengo miedo, asco y terror a los sapos porque comparaba todo el tiempo a mi padrastro con ese bicho, y cuando veo un sapo me descompongo.

¿Te imaginabas ésta vida?

-No, nunca. Pero quiero cambiar, estoy muy cansada y ya no soy una nena de 20. Muchas chicas lo hacen por la plata fácil, la comodidad, y la mayoría por la desesperación. Pero bueno, una cosa es que trabaje de puta, ¡pero no soy una puta! soy una mujer hecha y derecha. Quiero cambiar pero no puedo porque soy grande y me cierran todas las puertas.-